Forward 2003 - 2009

El Instituto de la Mujer y los videojuegos en los medios

por Dr. Boiffard

Recientemente, el Instituto de la Mujer acaba de sacar un documento (La diferencia sexual en los videojuegos , y su complemento, Guía didactica para el análisis de videojuegos) donde se analiza el machismo y las diferencias sexuales en los videojuegos. Este documento viene firmado por una serie de profesores de distintas universidades (pedagogos, psicologos, trabajadores sociales) que, supuestamente, deberían aportar algo de rigor y seriedad al documento en cuestión. Todo el que haya pasado en algún momento por la Universidad y sepa como funciona, sabrá que hay personajes que pese a lo importante de su título (ya sean catedráticos, doctores, profesores titulares o adjuntos) dejan patente en muchos casos una falta de sentido común, una prepotencia injustificada, una ineptitud para la docencia o incluso dar muestras de estar rozando la esquizofrenia. Todo el que haya pasado por la Universidad sabrá de sobra la clase de favoritismos, enchufes y demás actividades que se dan entre el personal y que, pese a el supuesto prestigio que debería tener un documento firmado por profesores universitarios, realmente, como es el caso, no son más que una sarta de sandeces sin ninguna seriedad. Porque no nos engañemos, el documento que tenemos entre manos no es más que una serie de imbecilidades y rebuznos que, por muchos profesores que lo hayan firmado, no tiene el más minimo valor.

Yo no voy a negar que el mundo de los videojuegos es algo mayoritariamente masculino, porque efectivamente, lo es. La mayor parte de los consumidores de videojuegos son hombres, y muchos videojuegos están orientados exclusivamente para un público masculino. Negar este hecho sería hipócrita, pero el problema está en que este documento, aparte de dejar presente un desconocimiento brutal del mundo de los videojuegos, no solo señalan el machismo donde lo hay, sino que lo encuentran donde no lo hay. Donde no lo hay y no se puede sacar ningún tipo de discriminación sexual, a no ser que se tenga una mente enferma, obsesionada patológicamente con el feminismo radical e irracional y se vea el fantasma del machismo en todas y cada una de las cosas que se analizan. Hasta llegar a extremos que, como vamos a ver, cuando no es un ejercicio de brutal demagogia ultrafeminista es que se llega a rozar la esquizofrenia.

El documento está plagado de extremismos que rozan lo kafkiano como, por ejemplo decir que los Lemmings, el popular juego de puzzles-plataformas con personajillos asexuados, es un juego machista porque estos bichos solo realizan trabajos de hombres:

«Estos seres no agreden a nadie, no atacan ni deben defenderse de nadie. Sólo son incansables caminantes... ¡y trabajadores! Pero, al final, si nos detenemos en su análisis nos damos cuenta que reproducen los estereotipos sociales. Los trabajos que se les atribuyen contribuyen a mantener los estereotipos tradicionales achacados a los hombres y a las mujeres. Así se habla de excavadores, albañiles, paracaidistas, escaladores, y todos y todas los asociamos a papeles masculinos.


En este sentido, aunque la pretensión de los diseñadores posiblemente haya sido una cierta "asexualidad" en las tareas que han de desarrollar los personajes de este videojuego, no consiguen eludir el inconsciente colectivo. Y los trabajos que se proponen son fundamentalmente atribuidos al mundo masculino. Se obvian trabajos como cuidar, atender, limpiar, administrar, etc., como labores para el desarrollo de este juego.

La diferencia sexual en el análisis de los videojuegos. En este sentido es el prototipo de algunos videojuegos de este tipo que no tienen un planteamiento base de agresión y conquista, sino que el objetivo es "inocuo" o no violento. Pero que reproducen implícitamente estereotipos sexistas que no ayudan en la lucha por una sociedad en igualdad de derechos para mujeres y hombres.»

Las incoherencias del documento vienen dadas por la imposibilidad de establecer modelos de protagonistas de género femenino acordes a su concepto del feminismo, estableciendo un círculo vicioso de "hay machismo en todas partes" que raya la esquizofrenia. Si el protagonista es de género masculino: es machismo porque es hombre. Si el protagonista es de género femenino: es machismo porque tiene las tetas gordas y son para que los hombres se recreen. Si personajes femeninos hacen cosas de hombres es machismo porque se da una visión andrógina e irreal de la mujer. Y si las mujeres no hacen cosas de hombres es machismo porque se las margina y discrimina. Realmente lo de esta gente es de frenopático.

Cualquier cosa es machista. Cualquier cosa menos el Tetris, el único juego al que no le han podido sacar absolutamente nada. Y es de extrañar, porque con la misma coherencia que han escrito el resto del libro, podrían haber dicho perfectamente que las fichas alargadas del Tetris son simbolos fálicos y que el hecho de que solo sea posible obtener el máximo número de líneas con una ficha que recuerda al miembro de un hombre es machista. No lo han dicho, no, pero no hubiese desentonado. Así es de ridículo la mayor parte del libro.


Ni siquiera un juego de fútbol como es el Pro Evolution Soccer se libra de sus manías persecutorias. Hay veces que parece que estamos ante un libro de humor malo, pero lo triste es que pretende ser serio. Y que mucha gente se lo tomará en serio. Lean:

«No existe, en todo el juego, ni un solo dato que muestre la existencia de mujeres en este tipo de juegos, aunque conocemos que en la vida real, hay ya un cierto porcentaje de equipos femeninos, así como de aficionado. (...)

No es un videojuego que atraiga a las mujeres. De hecho no ha sido elegido por ninguna como videojuego preferido, tanto entre las entrevistadas, como las observadas o las que han contestado a los cuestionarios. Este videojuego exalta el modelo masculino, distante y diferente no sólo de las mujeres, sino de lo femenino. Las cuotas de rudeza, competitividad y agresión configuran ese mundo masculino, ese ambiente "privado" y propio de una cultura "macho".»

¿Como a muchas mujeres no les gusta el fútbol se deduce que los juegos de fútbol son machistas? ¿Acaso la rudeza, competitividad y agresión de ese mundo masculino no se dan en las competiciones de fútbol femeninas que reclama al principio del párrafo? El deporte es deporte. La competitividad es inherente a él. ¿Es mala la competitividad como valor? Pues es una opinión, pero lo que es evidente es que todo el deporte trata esencialmente de eso. Incluido el deporte femenino. Sacar una valoración moral más alla de ahí es una actitud enferma y obsesiva. Pero, una vez más, la falta de coherencia, de propuestas y la crítica gratuita e irracional hace que florezcan las incoherencias entre un párrafo y su siguiente, cosa bastante habitual en este aterrador documento.

Si el fútbol femenino estuviera más extendido, seguramente en todos los juegos de futbol saldrían equipos femeninos, al igual que en los juegos de tenis sí salen jugadoras femeninas. Que en los juegos de futbol no haya tías es consecuencia de que en la tele tampoco se informe de las ligas de futbol femeninas, ni en la prensa, ni en ningún lado, lo cual es completamente ajeno a los videojuegos. Y ya está. Quererle buscar los tres pies al gato con esto es rozar la locura.

Este libro no es una serie de propuestas constructivas por parte de mujeres que juegan a videojuegos, sino que es una recopilación de subnormalidades de gente que no ha jugado a un videojuego en su vida ni lo va a hacer, y que además se posiciona en un feminismo radical e irracional que está a años luz de cualquier objetividad. Y esta falta de objetividad viene acompañada por el otro lado por un desconocimiento brutal del mundo de los videojuegos, algo completamente demencial en gente a la que le pagan un sueldo por investigar.


Este hecho se deja entrever en los géneros que le ponen a algunos de los juegos analizados (Final Fantasy - Estrategia, Jedi Knight - Aventura gráfica, Commandos - Aventura gráfica), lo cual sería un simple detalle de no ser porque en todo el libro salen continuas referencias a revistas como la Game Live PC, la Micromanía o la Hobby Consolas, que dejan bastante en evidencia, por la redacción que acompaña a estas referencias, que esta gente ni siquiera ha jugado a los juegos que están analizando. Independientemente de lo que puedan haber acertado tomando a ciegas tan penosas referencias, hay que ser verdaderamente gañán para realizar un documento sobre videojuegos sin jugar con ellos. Pero claro, teniendo un título de profesor de universidad, ¿para qué informarse adecuadamente de las cosas que se investiga si con firmar como tal ya se tiene un documento que van a publicar? Es vomitivo.

El principal problema es que, en esta sociedad en la que estamos, un documento como este se vaya a tomar en serio, tanto por el hecho de que venga firmado por investigadores supuestamente profesionales, como por la falta de instituciones o medios serios en torno al videojuego que le puedan hacer contrapunto en los medios
. Si este documento hubiese analizado las diferencias sexuales en el cine o la literatura con el mismo rigor y coherencia que ha sido escrito, el ridículo que habrían tenido que sufrir sus autores hubiese sido escandaloso. Pero, pese a ser una de las industrias de entretenimiento que más dinero mueven, la falta de información rigurosa en torno a los videojuegos, es cada vez más acusada. La prensa especializada, y como claros ejemplos las revistas citadas en este documento (Hobby Consolas y Micro Manía) se dedican mayormente a hacer publirreportajes, ahorrandole trabajo en publicidad a las grandes distribuidoras y desarrolladoras. En esta clase de prensa basura se ponen notas de sobresaliente a todas las grandes producciones, aunque sean juegos rematadamente malos, y crean un culto irracional hacia las novedades recien salidas al mercado y los proyectos en desarrollo, que tienen como consecuencia contenidos completamente vacíos que no son más que publicidad encubierta. Y más allá de la prensa especializada no hay practicamente nada.

Aunque a un nivel más alejado de las grandes producciones de la industria, los videojuegos como medio de expresión empiezan a ir entrando en la madurez y poco a poco a son vistos por cada vez más gente como un medio de expresión muy potente, no hay ningun tipo de autoridad en el tema que pueda alzar la voz cada vez que se realizan esta clase de documentos llenos de imbecilidades. Casi la totalidad de la información de los videojuegos sale de la propia industria en forma de publicidad, ya sea directamente en las campañas o, un poquito más encubierta, en los publirreportajes que hace la basura de prensa especializada, y evidentemente no hay ningun tipo de institución, academia, o reconocidos expertos que puedan dar una respuesta en los medios a esta clase de profesoruchos y prensa rosa que se pone a "investigar" haciendo documentos oficiales, que no son más que una sarta de rebuznos que dan vergüenza ajena.

Esta lamentable historia no es más que otro capítulo en la campaña de acoso y derribo hacia los videojuegos, que se da periódicamenteen los medios de comunicación. El capítulo más reciente, que además se toma como referencia para este documento, es un informe sacado hace apenas un año por Amnistia Internacional analizando la violencia en los videojuegos y sus consecuencias para los niños. Aun sintiendo una gran simpatía por AI, como jugador habitual y conocedor del mundo de los videojuegos solo puedo decir que este informe también era bastante vergonzoso. Hay un hecho muy claro y evidente que ignoraran a propósito para hacer esta clase de documentos apocalípticos, y es que hay muchos videojuegos que son para mayores de 18 años.


Hoy en día la edad media del jugador de videojuegos supera la mayoría de edad, y por tanto muchos juegos están orientados a ese público y están clasificados como tales. Videojuegos como el famoso GTA:San Andreas donde se toma el rol de un mafioso y se puede matar y follar con prostitutas con total libertad, o el Dead or Alive Extreme Beach Volleyball, un simulador de voley-playa femenino con jugadoras de enormes pechos en tanga, tienen realmente contenidos violentos y sexistas, pero están destinados a un público adulto. Analizar lo perjudiciales que son en los niños es algo rematadamente estúpido. Y analizarlo en los adultos suele ser siempre caer en la demagogia más exagerada. Los videojuegos, al igual que el cine, son ficción. A mí me encantan las películas de Tarantino, y también algún que otro videojuego con altas dosis de violencia, y sin embargo aborrezco la violencia real. Equiparar la realidad con la ficción es también algo completamente estúpido.


Estos juegos con violencia o contenidos sexuales o incluso con contenidos que realmente son sexistas (evidentemente no los Lemmings ni Harry Potter), podrán ser moralmente reprochables desde ciertos puntos de vista, incluido en algunos casos el mío, pero es simplemente una opinión personal. Y desde ese punto de vista moralista, los videojuegos son ahí perfectamente equiparables al cine, al teatro o a la literatura, donde se dan igualmente contenidos sexuales, violentos o sexistas. Lo más que se puede hacer es reclamar que pongan el +18 más claro y más grande en las cajas, o, como acaban de aprobar en Estados Unidos, pedir el documento de identidad a la hora de comprar juegos para mayores. Pero es responsabilidad de los padres el encargarse de que sus hijos no jueguen a esta clase de juegos, exactamente igual que lo es el evitar que no vean películas violentas o pornográficas que son para mayores de edad. Si los padres se creen que todos los juegos son juguetes y no se encargan de controlar que su retoño este jugando a un juego donde se puede matar y follar y, evidentemente, tiene un 18 como la copa de un pino en la clasificación por edades, es su responsabilidad. Pasar por alto la clasificación por edades para que gente que no ha jugado con videojuegos en su vida hagan pseudoinvestigaciones que parten de la base errónea de considerar todos los videojuegos para niños es, o bien hacer gala de una estupidez y una ignorancia exageradas, o bien seguirle el juego a la prensa más amarilla y vergonzosa. Sea por una cosa o por la otra, sea intencionada o desintencionadamente, se está entrando en un terreno muy peligroso: la censura.


Lo más decepcionante de todo es el origen público de este documento. Si pretenden solucionar problemas de verdad como la violencia de género o la discriminación de la mujer a base de escribir paranoias y rebuznos, vamos listos. Pero claro, el Instituto de la Mujer lo que hace es esta clase de documentos nada serios y llenos de incoherencias; al igual que el Ministerio de la Vivienda lo que hace es sacar las zapatillas Kelifinder para buscar piso. No parece que esta clase de instituciones estén para alcanzar ningún objetivo, sino para autojustificar su propia existencia con documentos y propuestas que dan vergüenza ajena mientras que chupan del bote. Y me duele bastante dar la razón a los neoliberales, pero que esta clase de cosas salgan de instituciones públicas que pagamos todos, es demencial.

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