Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol
Panel de Control. Interruptores críticos para una sociedad vigilada

Deconstruir los privilegios. Por una política del descontrol

por Cristina Domínguez | ZEMOS98, María José Belbel

Respuesta a las preguntas formuladas por el colectivo Pripublikarrak en su proyecto sobre Las Galleteras de Deusto

- ¿Cuál es la situación laboral de la mujer en la actualidad?

La pregunta es muy amplia, ya que las mujeres son sujetos políticos plurales. La opresión de las mujeres se encuentra en la intersección de diversas opresiones de clase, raza y sexualidad. No es lo mismo ser una mujer pobre que rica, blanca que no blanca, de un contexto geopolítico occidental o no, con privilegios heteronormativos, que lesbiana, transexual, transgénero, intersexual... y añadiríamos que con algún tipo de las llamadas “discapacidades” física o psíquicas, incluso el nombre es reaccionario: todas somos capaces o discapaces en función de algo. Y no olvidemos a las mujeres mayores, a las mujeres de familias monoparentales, a las mujeres gordas, con vello, a las mujeres masculinas y con un físico que no responda o quiera resistir a una estética convencional, de revista femenina. Y por último, a las provenientes de familias desestructuradas y más controladoras con los mandatos de género, por la violencia que se ejerce contra las mujeres en ellas.

- ¿En qué ha cambiado la situación laboral de la mujer en la sociedad de servicios en comparación con la época industrial? ¿Quiénes serían hoy las galleteras?

Para responder a esta pregunta deberíamos documentarnos con los informes de las Naciones Unidas, de Amnistía Internacional en el Estado Español, de la Secretaría de la Mujer de los Sindicatos, las asociaciones feministas, lesbianas y queer, antirracistas, y de los diversos sectores laborales.

- El trabajo material e inmaterial (aquel no remunerado si se hace en el seno familiar/ remunerado si se externaliza).
- Las propias diferencias existentes dentro del mapa autonómico que conforma el Estado Español.
- La feminización de las profesiones (educación, sanidad, servicios sociales).
- La jerarquía laboral, incluso dentro de las profesiones feminizadas, los jefes son hombres de manera predominante.
- La situación de las pensionistas, de las mujeres pobres, de las jóvenes y precarias, de las que tienen un trabajo temporal; de las mujeres de mediana edad, que “cuidan” a hijos e hijas, maridos/pareja/compañeros -en su mayoría explotadores de sus mujeres-, y a las personas mayores y enfermas, además de tener un empleo mal remunerado y de escaso prestigio social.
- Las mujeres que no pueden tener papeles ni derechos, como las trabajadoras del “sexo”, que trabajan en ese sector voluntariamente y a las que se sigue, de manera paternalista, queriendo redimir e impidiendo que se representen a sí mismas a la hora de negociar sus condiciones de trabajo.
- Las mujeres inmigrantes empleadas en el trabajo doméstico, en el agrícola, en los servicios de hostelería, en los cuidados de niños y niñas, de enfermos y de ancianos, que perciben sueldos ínfimos. La dificultad de acceder a otras profesiones a pesar de estar cualificadas para ello. ¿A cuántas exposiciones de mujeres artistas inmigrantes hemos asistido? Y todas conocemos a un buen número de ellas.

No podemos ni debemos olvidar que muchas de nosotras gozamos de privilegios, de un mayor bienestar físico y psíquico, de mayor tiempo libre, en base a su explotación. De manera directa, si cuidan de nuestros familiares, por ejemplo, mientras que nuestras madres tuvieron que traer a sus casas a padres y a suegros; o indirecta, al facilitarnos el consumo, como en el caso de las trabajadoras del textil en Asia, África y América Latina. Sin olvidar a las mujeres enfermas de SIDA y a sus cuidadoras en el África subsahariana.

Your attention, please

... y así se establece la condición del pacto, dejar el aparato de estado intacto, nos darán libertad con policías para que esté tranquila la burguesía... Miguel Benlloch, camarada Vicente del Movimiento Comunista, MC, Granada, 1974 (referente al Pacto por la Libertad, del PCE)

A Beethoven e Sinatra preferisco l’insalata
a Vivaldi l’uva passa che mi dà più calorie
Franco Battiato. Bandiera Bianca, 1981

Déjame que descanse un rato al sol,
déjame vivir con alegría,
si he pescado bastante para hoy,
mañana será otro día,
no faltará un caracol.
Vainica Doble. Déjame vivir con alegría. Contracorriente, 1976

J’aimarais qu’on lise les pages qui suivent comme un hommage à Pierre Bourdieu.
(...) Oui, Bourdieu se sentit «constraint», selon la formule qu’il employa, par la situation historique à descendre dans la rue, et à y faire descendre ses concepts avec lui, car il était persuadé que le savoir est aussi une arme politique, notanment contre les politiques qui s’arment de prétendus savoirs.

Me gustaría que se leyeran las páginas que siguen como homenaje a Pierre Bourdieu.
(…) Sí, Bordieu se sintió “forzado”, según la fórmula que el mismo empleaba, por la situación histórica a echarse a la calle, y a hacer que sus conceptos se echaran a la calle con él, porque estaba convencido de que los saberes también son una arma política, especialmente contra las políticas que se arman de pretendidos saberes.
Didier Eribon, D’une révolution conservatrice et des ses effets sur la gauche française. Éditions Léo Scheer, 2007

8.800.000 personas en España se encuentran en situación de vulnerabilidad social. Las personas más excluidas son las mujeres, los mayores y las personas inmigrantes. Además de aquellas afectadas por el SIDA, la drogodependencia y la población reclusa. Los jóvenes menores de 25 años ya suman el 44% de los pobres. Las personas desempleadas y jubiladas, de edades comprendidas entre los 25 y 49 años o las mayores de 65 años, suman n 33%. La mayoría son de origen español, aunque el porcentaje de personas de procedencia extranjera que se encuentran en esta siutación es de un 38%. Las rentas de los inmigrantes son un 22% inferiores a la media nacional y una de cada cuatro familias no llega a los 9.000 euros anuales. En grado de pobreza extrema se encuentran 86.000 personas. Hay 790.000 personas sin techo.
Informe de la Cruz Roja española sobre la pobreza en España (18/07/2007)

Trabajador. «Jefe, ¿cuándo me va a pagar los cuatro meses que me debe?»
Jefe. «Ya estamos otra vez con la memoria histórica».
Texto del chiste de El Roto en El País (20/07/2007)

El 67.3% de los hombres se desentiende de las tareas de casa.
El 65.5% de los titulados universitarios inactivos son mujeres.
Un día cualquiera, las mujeres andaluzas dedican 3 horas y 22 minutos más que los hombres al hogar y a la familia.
Las mujeres andaluzas cobran 5.000 euros menos al año que los hombres por el mismo trabajo.
El País Andalucía (20/07/2007)

Creo necesario escribir un texto con palabras básicas y que por ello estén lo menos codificadas/connotadas posible o puedan asumirse porque, para empezar, se entienden. Con frecuencia, tanta sofisticación retórica, tanta jerga profesional multiusos, funciona como una pantalla para defender privilegios cuando el único sentido de tener un poder institucional debería de ser para dotar de poder a los sectores excluidos, eso es lo que se entiende por visibilizar. Y cuando la sofisticación, la complejidad del pensamiento y acción es sólo aparente, es palabrería reaccionaria, socialcateta, por decirlo en andaluz.

Ya está bien de criticar a la derecha y a las formas y modos de hacer del “poder” como algo externo a nosotros. Vamos a practicar la autocrítica que se decía antes, problematizar nuestra propia realidad, construir prácticas discursivas horizontales. ¿No se dice ahora así?

Vamos a intentar descontrolar las jerarquías y sus mecanismos como parte de lo que somos. En el peor de los casos, un circuito más del sistema, que el sistema necesita para legitimarse mientras nos legitimamos: “quién va y viene, por el camino se entretiene”. En el mejor de los casos, el uso político y radical de los resquicios que el sistema, nuestro sistema, porque no hay un afuera, permite al no poder controlarlo todo:

“Allá donde hay opresión, hay resistencia” Mao-Tse-Tung

¿Volverá a estar en uso el término “auténtico” -del que ya nos reíamos/deconstruíamos en el año 71- frente a la retórica cínica al uso, que pretende domesticar las prácticas de resistencia?

¿Cómo contribuimos nosotras y nosotros a integrar aquello que se pretende no asimilable, fuera de la convención, y por tanto, con potencial revolucionario?

Auténtico: deconstruido/reconstruido/construido/problematizado, junto a términos como democracia, libertad, justicia, solidaridad, de los que ya no se fía nadie pero a los que no hay que abandonar, no hay por qué olvidarnos de ellos porque los empleen los capitalistas, los explotadores y los del PP. Son patrimonio nuestro. ¿O acaso son las tradiciones de la derecha española las que han luchado y luchan por la libertad, la igualdad y la fraternidad? Y entonces, ¿por qué les vamos a regalar estas palabras antiguas en un contexto contemporáneo?, ¿y por qué vamos a seguir legalizando con nuestro uso a términos contemporáneos, cuando estos se convierten en mucho más convencionales por el uso y abuso rutinario que hacemos de los mismos y porque se olvida su carácter contextual? Eso sin hablar de las veces que se utilizan términos sin saber de qué se está hablando, como ocurre en la actualidad con la palabra performativo. Convendría que sometiéramos a las palabras que utilizamos a un cierto procedimiento de extrañamiento brechtiano.

Cuando abandonamos el comunismo sexista y homófobo de corte estalinista, que no el marxismo, cuestionamos términos como: la militancia, la vanguardia, las masas, la concepción del poder como mera externalidad, la clase obrera, la contradición principal y las secundarias. También la contracultura, el psicoanálisis, el feminismo, los movimientos antiautoritarios nos habían ayudado a cuestionar términos negativos según la terminología comunista: el hedonismo, el narcisismo, el cosmopolitismo y a todo lo que se resumía bajo el paraguas del término, tan de moda entonces, de pequeño burgués. Junto con un cierto elogio de la cobardía, del dandysmo y de la pereza.

Les debemos respeto a los términos en su complejidad, contemporaneidad e historicidad. También tenemos que y debemos respetar los conceptos básicos y su acuñación terminológica por lo que tienen de resistencia frente al nihilismo patriarcal, blanco, occidental, heterosexual, que sólo vive la pulsión de muerte (cómo sobrellevar la vida continuando una genealogía que va desde la promesa del Cielo Religioso a la realización de La Propia Obra para la Posteridad o cómo combatir La Ansiedad mediante la Bulimia Productivista).

Defendemos términos como una idea de justicia, de bondad, de sabiduría, de ilusión, de cuidado al más frágil, al más débil, al que más lo necesita. Que es una manera de cuidarnos, pues como más se aprende y mayores parcelas de felicidad se consigue es en la interrelación del saber dar y del saber recibir.

¿Se puede luchar por la justicia? Se puede y se debe.

¿Se puede debatir y criticar, desde el respeto, contra nuestra propia competitividad, celos y envidia, desde nuestros pensamientos, cuerpos y corazón, virtudes, miedos y defectos?, ¿es posible luchar por una idea de verdad, plural, descontrolada, compleja y difícil? Con nuestros propios nombres y apellidos, haciendo uso de la libertad de expresión como una conquista del pasado a la que no estamos dispuestos a renunciar. O con un pseudónimo, cuando aquello de lo que se trata lo requiera –por ejemplo si somos Litvinenko y nos tenemos que enfrentar a un Putin-, pero no como una tapadera para el insulto, la falta de respeto, la venganza, etc.

¿O es la verdad el último reducto del individualismo occidental, que ni siquiera nos atrevemos a encarar frente a nosotros mismos, que a veces nos auto/confesamos como compañeros de viaje de nosotros mismos, como tontos útiles de nosotros mismos? “Converso con el hombre que siempre va conmigo”, que decía el poeta.

Antes, como creyentes católicos, teníamos el acto de la confesión. Después vino el psicoanalista como “oreja alquilada” (que decía Foucault), el último reducto de una idea de verdad aunque íntima y privada, sometida al mercado. La persona en que más confiábamos para ayudarnos que era teórico, intelectual, padre, madre, hermana, confesor, maestro, discípulo aventajado, amigo, pareja, cómplice de la conspiración... del mundo laico. Porque no nos fiamos de la pareja, divorciable; del teórico, proto-reaccionario, de un pensamiento político a la moda y a la carta; del maestro que no quiere dejarnos escalar y del discípulo que nos quiere echar para ponerse él; del amigo que nos aburre porque no está en nuestra onda; del cómplice que hoy conspira con nosotros y mañana puede pasarse de bando; de aquello que nos falta y se convierte en nuestra peor pesadilla, y a lo que llamamos “progre” antiguo, “mafia rosa” del capitalismo postfordista... viejo, niñato... espectáculo...

El espectáculo lo estamos dando nosotras y nosotros con nuestra falta de miras, nuestro victimismo, nuestra soberbia y nuestra ambición.

Nos sobran textos, nos sobran análisis y proyectos repetitivos. Nos falta ética colectiva, nos falta descontrolar el control y autocontrol, ver la manera de superar, negociar, ir consiguiendo una realidad basada en acabar con una dinámica de fragmentación.

A veces odiamos más a los rivales del mismo campo, aplicando el principio de la competencia del mercado, que a personas o colectivos con los que tenemos una amplia afinidad política. Vayamos a la historia y veremos como es un hecho recurrente. Tomemos a los partidos del bando republicano en la Guerra Civil y a los partidos de la lucha antifranquista de la Posguerra, por ejemplo. Acordémonos del POUM. No se me olvida cómo un dirigente estudiantil del PCE en la Universidad de Granada (1973) quería convencerme de que un líder del PTE de la misma Universidad era policía, simplemente porque era muy popular y era un competidor a eliminar como candidato al puesto de Delegado de la Facultad de Medicina. Y ya se sabe que en la guerra todo está permitido... puaff.

Hemos sustituido a la religión transcendente, por la idea de transcedencia laica del poder en la tierra, el poder del prestigio, del trabajo. Estamos sintetizando, en el Estado Español, lo peor del mundo católico y del protestante, sin olvidar al fundamentalista nacionalista que llevamos dentro.

Y una vez más, como decía Rubén Darío:

“... y la más hermosa sonríe al más fiero de los vencedores”

... el más listo, o listillo, el más implacable, el más estalinista, el más trabajador, el más astuto...

Esa no es la aplicación de un antiguo lema republicano de la Guerra Civil, de la mejor tradición comunista, en frase del presidente Negrín, para que no se claudicara ante los fascistas en 1939:

“Resistir es vencer”

Si vencer significa ser un artista mediático, un proyecto que se llama con el ahora feo nombre de contrahegémonico y que, desvergonzadamente olvida que Gramsci acuñó dicho término en la cárcel. Si vencer significa “sálvese quién pueda” para devenir un nombre en la Historia y en el Archivo, que camufla y oculta cómo se llegó ahí, cómo se llegó a ser afamado artista internacional, ministrable, a dirigir una Documenta o un museo de proyección internacional… poquito de marxismo por aquí, poquito de lo que está de moda internacionalmente por allá, poquito de que no se nos note el recio espíritu ibérico aderezando notas de postmodernidad, poquito de arte postcolonial donde la representación del Otro no la llevan a cabo artistas inmigrantes que viven en España, poquito de feminismo y de queer, no demasiado, y si los comisarios son hombres mejor.

Para disimular y que parezca que:

“Tengo balada, tengo moderno” (Chico y Chica)

Porque hay opresiones cada vez más visibles/invisibilizadas que no son, al contrario de como dice Negri, “académicas del Primer Mundo”, ni como decía Lenin, “hedonistas, narcisistas”, ni como decía Stalin para justificar las purgas, “cosmopolitas”. Y que al contrario que Agamben, saben quién es la Teresa de Lauretis de las políticas queer, los sujetos excéntricos y las tecnologías del género y la Eve K. Sedgwick que habla del budismo y de las enseñanazas del psicoanálisis de Melanie Klein.

Y si lo somos (narcisistas, hedonistas, del Primer Mundo -con habitación propia-,cosmopolitas), demos gracias por ello. Frente a la pulsión de muerte, del dolor, del sentimiento de culpa, del provincianismo judeo-cristiano religioso-laico, laico-religioso.

“Estamos aquí” (Fiesta)

Cómo decía un anuncio de la primera época televisiva:

“Guerra a la vulgaridad”

Me viene al recuerdo Manuel Machado en su poema Adelfos.

“Mi voluntad se ha muerto una noche de luna, en que era muy hermoso no pensar ni querer, mi ideal es tenderme, sin ilusión alguna de cuando en cuando un beso y un nombre de mujer. (...) ¡Ambición! No la tengo ¡Amor! No lo he sentido, No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud, Un vago afán de arte tuve... ya lo he perdido ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud. (...) Besos ¡pero no darlos! Gloria, ¡la que me deben!”

“Es más dificil escapar del dinero que de la policía”, comentaba Isidoro Valcárcel -artista de consenso y por ello lo cito- en un artículo aparecido en El País el 10 de julio del 2007. Y continuaba Isidoro, con palabras que también podía haber dicho Esther Ferrer, otra artista de consenso:

“Ahora el poder lo asume todo, lo paga y lo archiva para la tranquilidad general (…) hay profesionales de la protesta que medran y progresan. Antes, si escribías en una pancarta “Franco es feo” ibas a comisaría. Hoy si escribes “El alcalde es feo” el Ayuntamiento te compra el cartel. Y añade el entrevistador, Javier Rodríguez Marcos, haciéndose eco de las palabras de Isidoro: aún así, “siempre hay resquicios, el poder no lo asimila todo”.

Debate, respeto, ética. Quizás ha llegado el momento de cuestionarse tanto trabajar desde dentro. Cuando la falta de medios siempre se ha suplido con alegría, creatividad, urgencia necesaria, diversión, bondad, ideas, energía, el saber y el hacer de lo común. Miremos a los inmigrantes de nuestro propio mundo, miremos a los habitantes de este mundo mundializado. Volvamos a cargar de sentido las palabras sencillas que son las que ahora pueden contribuir al descontrol: verdad, justicia, libertad, sinceridad y lucha, trabajo colectivo. Hemos ganado en riqueza a costa de ser muy pobres, unas pobres víctimas y verdugos de la fragmentación y del miedo. Que utilizan como pueden los más tristes mecanismos defensivos de su tristísima condición... tan triste que como todo lo triste y pesimista es muy comprensible, lógico y realista.

Ya lo sostenía el Cándido de Voltaire: vivimos en el mejor de los mundos posibles.

Y ya señalaba Goethe en las Conversaciones con Ackermann cuando se refería a la dificultad del conocimiento, de la idea de verdad y de cambio: “la gente joven suele (solía/pre-Freud) ser ignorante pero no suele tener intereses creados, la gente mayor no es ignorante pero sólo está pendiente de sus propios intereses”.

Huellas de niños y de sabios

Los locos y los niños son aquellos que dicen la verdad

El rey no lleva puesta la camisa

Es de tontos creerse demasiado listo, o el más listo.

Modesta y cariñosamente, vamos a intentar despertarnos dejando también un lugar para la pereza. Nos necesitamos, para deconstruir, reconstruir y construir... las ahora llamadas justamente políticas de coalición. Sacar lo mejor de nosotras mismas y de los demás.

Intentar escapar del dinero y de la policía. Sobre todo de la policía pagada con nuestro dinero y del dinero que genera nuestra propia -individual, colectiva y por ello íntima- policía.