Forward 2003 - 2009

Turismo al paraíso

por Arturo Fito Rodríguez

José Val del Omar (Granada 1904 - Madrid 1982) descargó su intuición contemporánea en
diferentes vertientes del arte, de la poesía y de las prácticas en las que estas experiencias
creativas se enredan y se confunden. Así, su trabajo se hace diverso temáticamente, exigente técnicamente y complejo
serenamente. Con el ideal de alcanzar el instante intenso de la vorágine audiovisual, su obra
se consagra a la exploración y la investigación, dejándonos un rico legado de visiones,
duendes e invenciones.

A través de la película Tira tu reloj al agua, Eugeni Bonet (Barcelona 1954) nos propone
un acercamiento a ese "vórtice" (símbolo gobernante en la teoría creativa de Val del Omar),
mediante un torbellino sensorial de difícil clasificación y aún más difícil estudio. Muy cerca
de la cúspide, casi en el centro del ciclón, descubrimos algunos momentos álgidos de esa
intención "vortiginosa" gracias a este film realizado desde dentro de las imágenes y
formalizado "hacia fuera", como si las imágenes (con embrujo propio) buscaran su
acomodo en el pensamiento conectado de ambos autores: director catalán, cineasta andaluz.

Todo es retorno, todo es principio, todo presente entramado todo sobremontado
transparente, todo suspenso

(voz en off)

Todo nada I vértice vórtice I torbellino de arrebato I tiempo sin reloj | tiempo sin
espacio | sin pies ni suelo

(intertítulos de la película)

Pero antes de nada debo pedirle al lector que se muestre indulgente si su credulidad se ve
lastimada en algún momento y que recuerde la naturaleza de este tipo de ensayos, que no
tienen otro objeto que hablar del arte de las imágenes, aun cuando estas sean inexpresables.
No puede esperar aquí que rijan las mismas leyes de lectura o análisis que en los films
convencionales, en los que las estructuras son conocidas y previsibles (por genéricas).
Tiene que tener en cuenta que se halla en los salones de un palacio encantado, y que todo es
maravilloso y fantástico. O al menos, distinto.

Tira tu reloj al agua es una película de películas, un fino trabajo de ensamblaje, una pieza
realizada a base de piedras preciosas reunidas mediante delicados engarces.
Platería y cacharros de latón en las fachadas de las casas. Reflejos en el cobre, destellos en
el agua, brillos inventados, fulgores e irradiaciones conseguidos como resultado de la
experimentación técnica, que parece ser protagonista hasta el momento en que uno
descubre que simplemente es el medio para la transmisión de una sensibilidad en
movimiento continuo, que no cesa, como el agua que no cesa de correr en los patios de la
Alcazaba, siempre de fondo…

"Un film híbrido por su elaboración digital y por constituir una interpretación de la
obra truncada de otro artista: esta sería una posible definición del artefacto que me
ha tenido ocupado durante dos años" , dice el propio Bonet.

Este film de films es un experimento repleto de experimentos. Experimentos pequeños que
se ensanchan al verse en diálogo abierto con otros ensayos complejos. Ensayos que
confirman que la complejidad aparece cuando alguien expresa una idea de forma muy
precisa. Por eso lo sencillo es complejo, por eso el (verdadero) arte comunica complejidad,
no informa.

Por todo eso y por alguna cosa más que no alcanzo a relatar, el disfrute de esta película es
una experiencia compleja, ante la cual uno ha de encontrar sus propios argumentos, ya que
no hay una información inducida, ni una vía expresamente señalada, ni una pista secreta
que nos conforme como espectadores (en el sentido de pasivos devoradores de
espectáculo).

Trabajar desde la complejidad es organizar aquellos datos que se disponen con vistas a una
visión del mundo lo más multidimensional posible. Y tener visión multidimensional es
tener conciencia de la relación y la retroacción del individuo con el contexto local y global.
La complejidad que nos ofrecen estas imágenes nos sitúa en un ámbito donde coinciden
pensamiento y acción en lo local y lo global. De un lado, un pensamiento dialógico, que
propicia el hablar sobre la obra, un pensamiento regenerativo y evolutivo, hologramático y
poliscópico. De otro, una suerte de acción que se distingue de lo homogéneo y se expresa
en la articulación de lo heterogéneo. De un lado la acción de filmar pensando en el montaje
(Val del Omar), de otro la acción de montar sin poder quitar el pensamiento de cómo
fueron filmadas estas imágenes…(Bonet)
Articulación de las imágenes de ayer, hoy editadas como si fueran de mañana para su
digestión atemporal; porque no hay tiempo que domine su duración, no habrá vencimiento
ni prórroga en este ejercicio de divergencia fílmica.

El cine debe ser intensidad iluminada, y este juicio da plena vigencia a mis técnicas
líricas y de percepción subliminal - acústica, óptica y luminosa -, procurando
eliminar las luces marchitas de la inerte rutina, tan pegadiza a la preceptiva
cinematográfica.

(Voz en off de Val del Omar)

Tira tu reloj al agua es, también, una sinfonía. Cuando la estructura se disuelve en un orden
intuido, quizá lo mejor sea llamarlo sinfonía. La banda sonora ha llegado a estar tan cerca
de la bandada de imágenes que ya no es posible despegar la una de la otra. De nuevo, el
proyecto se encarga de buscar a sus ejecutantes a través del tiempo. A través de Bonet, Val
del Omar encuentra en FMOL trío un equipo de músicos que anudan sonidos a sus
imágenes, aun cuando en ocasiones, solo el silencio es capaz de aguantar el fervor de estas.

En la preparación del material sonoro sampleamos desde Falla a improvisadores
japoneses; manipulamos discos, desde Miles Davis hasta Enrique Morente;
grabamos material acusmático, agua, voces, etc; y contamos con el material sonoro
propio del archivo de Val del Omar (FMOL trío).

El grito quebradizo de un gitano se proyecta con fuerza sobre los arabescos. Puede oírse el
agua en los pasajes más abstractos: surtidor de espejismos; el sonido original se integra con
respeto allí donde es más necesario. Tratamientos diversos para pasajes aparentemente
desacordes que, por efecto del montaje y del audio, ligan y armonizan secuencias en
cascada.

Tira tu reloj al agua está hecha para los sentidos, es una composición consagrada a lo
audio-visual y es "travesía de mucho tiempo de vida", de muchas pequeñas grandes cosas...
Atraviesa épocas, vivencias, recuerdos, viaja junto a la técnica y participa, desde el
principio hasta el final de su aventura, como proyecto de un vínculo armónico entre el cine
del siglo pasado y la tecnología actual.

"Pienso que José Val del Omar, a quién conocí brevemente, no fue un cineasta raro
ni vanguardista sino nada menos que un amateur. Empleo esta palabra con la más
alta consideración, tal como lo hicieron Maya Deren, Stan Brakhage o Jean
Cocteau, en la acepción del amante o, como el propio Val del Omar sugirió, el
creyente del cinema…" (Eugeni Bonet)

El film está estructurado en cuatro secciones o movimientos, más un segmento
introductorio. En estas cuatro partes, disueltas en sonidos, fundidos, transiciones y demás
experimentos conectivos, se disuelven a su vez textos en pantalla, intertítulos, voz en off e
incluso la voz del propio Val del Omar, que permiten un cruce de impulsos que dota de un
relieve trascendente a las imágenes.
El agua constantemente. La Alhambra siempre en el centro. De fondo, siempre Granada.
El arabesco como estructura cinematográfica. El film hecho de tracerías, follajes, cintas y
roleos, proyectado en pantallas que son frisos, zócalos y cenefas.
La sintaxis, subacuática; el argumento, lleno de sensaciones; las conclusiones, repletas.

A ver, venid aquí ahora, por favor. El otro [patio], el de los leones, lo verán ustedes
más bonito, cosa más preciosa ¿no?, pero les diré que este patio en el cual estamos,
¿eh?, es el verdadero patio arábigo-andaluz.

Y ahora, señores, a hacer las fotografías.

(voz de guía turístico en la película)

Bodegones vivos contra naturalezas muertas, la televisión, la serie Kung fu, presentadores y
presentadoras en blanco y negro, cierre de emisión, Franco.
Geometrías modulares en las herramientas de visión. Folklore troquelado, bóvedas de las
que caen siglos de esplendor en silencio.
Autobuses con la leyenda "turismo", desfile de personas- tomavistas, "turistas resbalando"
al ritmo que marcan los disparos de sus cámaras, turistas derrotados ante la imposibilidad
de conseguir la paz del lugar que visitan.

Tira tu reloj al agua tiene dos ejecutores y un montón de culpables, y todos ellos se
organizan para echar por tierra cualquier debate sobre la autoría.

La parte final de la película, aquella en la que Bonet homenajea a Val del Omar, es intensa,
grave, no puede escapar a la necesidad de una coda enardecida que culmine este mare
mágnum de luces de colores.

Quisiera saber quién soy: despierto o dormido, abierto o cerrado, malo o bueno en
relación con las criaturas que me rodearon y las que todavía hoy me rodean.

Soy un profesional de nada. Un pobre bicho humano que emplea para su tarea de
comunicación el contagio de su propia pasión ciega, desordenada, caótica.
Estuve al borde de la muerte y renací a la querencia a vivir: luz, color, alegría,
serenidad, armonía, Unidad.

Sí, la Unidad me atrajo fuertemente. La intuí en todo desgarrado, y tal secreto quiso
animarme a comunicarlo por la única manera en que a mí me habían llegado las
informaciones: por la conmoción. Por el espectáculo de la vida cotidiana.

Soy un pobre mono pretendiendo no morir.

Un loco sediento, buscando el agua de Dios en todas sus criaturas.
Un loco urbano, al que no le interesaron nunca los inmuebles del Espacio.
Un arrebatado precipitándose al vacío transparente y mudo del Gran Tiempo.
Intuí a un Dios transparente, callado tiempo eterno. Sin materia ni figura. Sin color
ni sabor ni confín

De tan próximo, impalpable. De tan absoluto, invisible.
Mi Dios es el firme Firmamento, el mudo asiento de todos los temblores que hacen
danzar al Universo.
Mi Dios es el Tiempo.
(voz en off)

Discurso difícil de evadir cuando se intenta hablar de esta película.
Estas palabras rebosantes que acompañan a unas imágenes "hacia arriba" , alcanzan por
desbordamiento la misma espiral que conduce al vórtice imaginado por Val del Omar.
En esta coda final se mezclan textos que se escuchan en off y títulos manuscritos.
El final del film se viene encima poco a poco con la firmeza de unas imágenes poderosas,
apoyadas en un hilván tenso y resistente.
En palabras de Bonet: "Una especie de conclusión "sostenida" que se va alargando,
demorando, como para dar tiempo a ese morir-germinar o renacer simbólico,
imaginado…".

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