Forward 2003 - 2009

Vivir en Sevilla.
Construcciones visuales, flamenco y cultura de masas desde 1966

por Rubén Díaz | ZEMOS98
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Imaginate a Bob Dylan en un cuarto, con una botella de Tio Pepe, Diego del Gastor a la guitarra, y Fernanda y Bernarda de Utrera haciendo compas, y dile: canta ahora tus canciones. ¿Qué le entraria a Bob Dylan por ese cuerpecito? Pues lo mismo que a Manuel cuando empieza a cantar por bulerías con sonido electrico.

Se puede respirar en el ambiente de los que no tenemos edad para haber vivido aquellos tiempos una irremediable envidia al tener la oportunidad de ver un super8 de "Gong" tocando en "Don Gonzalo" frente a un grupo de melenudos disfrutando -quizás por primera vez- de los primeros momentos de la música rock progresiva. Mientras la Guardia Civil detenía al Lute, Karina representaba a España en Eurovision, el hombre (americano) llegaba a la luna o los hippies de la época gritaba "paz y amor" en Woodstock, en el sur de España se cocía una de las escenas creativas más heterogéneas de la época contemporánea. Un irracionalismo místico irrepetible, devenido de la influencia multilateral de estéticas y movimientos dispares, aparece en medio de la producción artística andaluza abriendo sus enfoques -hasta entonces obcecados casi completamente en la cultura popular- hacia un nuevo horizonte mucho más amplio y mestizo, donde no faltaba jamás el brillo del Arco Iris.

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De una parte, podemos acudir a una explicación geopolítica para entender cómo arribaron aquí unas nuevas influencias que iban a unir a muchos jóvenes de la época en un movimiento contracultural importantísimo. En gran medida fue por la presencia de las bases militares americanas de Morón y Rota, que hacían llegar a territorio andaluz, casi simultáneamente con lo que ocurría en los EEUU, los últimos éxitos de Bob Dylan o Jimmy Hendrix. Eso sin olvidar que el franquismo sólo dejaba hueco al estraperlo cultural de aquellos que viajaban a Londres o París y se arriesgaban a traer comics, libros, discos o películas.

Re-Vivir en Sevilla

Vivir en Sevilla es, antes que nada, una exposición que profundiza en la investigación de una época que, no por irrepetible que sea, ha tenido aún un espacio lo suficientemente honorable en la memoria colectiva. Desde este enfoque expositivo eminentemente "arqueológico", Pedro G. Romero hilvana cientos de personajes de la época que aportan y reencuentran todo tipo de objetos y documentos, desarrollando una red rizomática donde se van a interrelacionar distintos ámbitos de la cultura popular, de la cultura underground y los media para recrear un contexto socio-cultural concreto: "Re-Vivir en Sevilla".

Si hay que señalar un nombre propio en relación a Vivir en Sevilla no cabe duda de que nos tenemos que referir al dueño del club Don Gonzalo y manager del grupo "Gong" (entre otro muchos), Gonzalo García-Pelayo. Su experimento fílmico "Vivir en Sevilla" de 1978, que combina la cultura popular flamenca, el erotismo, lo underground y un carácter lúdico, que también acompaña a la exposición en todo momento, sirve como eje transversal y da coherencia a esta reconstrucción artística. Productor musical arriesgado y pionero, abogó por la fusión del flamenco con los nuevos acordes de la música rock progresiva con grupos como Los Smash, Goma o Triana. Pero hay más nombres propios que apuntar, como Agustín García Calvo, Ricardo Pachón, Pive Amador, Máximo Moreno, Mario Fuentes, Nazario, María Jiménez, Lole y Manuel, Joaquín Arbide, Juan Bollaín, José el Negro, Pilar Távora y tantos otros...escritores, bailaores, ilustradores, artistas visuales, flamencos, cineastas, fotógrafos, cantaores, productores, diseñadores, locutores...todos interconectados.

Música y cine

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Vivir en Sevilla cuenta con un excepcional trabajo de archivo musical para el deleite de cualquier visitante que quiera sumergirse y navegar entre cientos de LP’s que puede escuchar in situ de artistas como Veneno, Silvio, Diego el del Gastor, La Esmeralda, Manuel Gerena, Paco Taranto, Gualberto, Vainica Doble, Chicho Sánchez Ferlosio, Carlos Cano o Camarón de la Isla. O quizás desee pasear por la Estación de Radio y oir los programas que poco a poco se irán grabando con Ricardo Pachón, Joaquín Arbide o Pive Amador. De otro lado, un potente programa de cine a la carta Inflamable completa la exposición con películas alejadas entre sí cinematográficamente, pero unidas en tanto en cuanto comparten un fuerte sabor a cultura popular andaluza, de títulos tales como "Ese oscuro objeto del deseo" (1977) de Luis Buñuel, "Manuela" (1975) de Gonzalo García-Pelayo, "Costaleros" (1984) de Joaquín Arbide, "La Alameda" (1978) de Juan Bollaín, "Ocaña, retrato intermitente" (1984) de Ventura Pons o "Rocío" (1980) de Fdo.Ruiz de Vergara.

Lo más interesante de la época, del proyecto de Pedro G. Romero y de la exposición en sí misma por la que el CAAC ha apostado es quizás el hecho de que esta reconstrucción socio-cultural deja patente que, a pesar de vivir en una sociedad aletargada por el franquismo y reafirmada en su propia cultura dando las espaldas al resto del mundo, algunos jóvenes se dejaron impulsar por un movimiento contracultural común y supieron interconectarse entre sí para tejer una red cultural colectiva que atisbase por fin un reducto de libertad. Un ejemplo de creación cultural e inteligencia colectiva como lucha subversiva procomún ante la represión y el prohibicionismo en la sociedad andaluza y, más concretamente, sevillana.

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